Bienvenidos a otra nueva entrada de mi blog.
En esta ocasión vamos a hablar (¿Por qué vamos? Pues
porque esta entrada la hago en colaboración con David Ros, quien se ha encargado
de informarse de la leyenda y quien me ha dejado el privilegio de dotar de
características a estos muertos vivientes de los que hablaremos a continuación)
de los Marfantos, unas criaturas
de leyendas catalanas. Y ya de paso, vamos a dotarlas de características para Aquelarre, el juego de rol demoníaco medieval.
LOS MARFANTOS
En las marismas del delta del Ebro los muertos
vivientes también rondan. Se les conoce como marfantos o Marfanta.
Siempre tienen hambre y permanecen sedientos de los
cálidos flujos vitales de los mortales. Y sus almas contaminadas envenenan toda
otra alma que atrapan y convierten a la víctima en compañero de torturas y
sufrimientos sin fin, entre las gélidas lagunas invernales del delta del Ebro.
Cuenta la leyenda que en el más profundo de los
marjales del delta había unas galeras para los prisioneros más terribles y
despiadados de la Corona de Aragón. Bestias humanas engendradas en la violencia
de las guerras y bajo la terrible presión del paganismo y la inquisición;
hartos de placeres más allá de los sentidos humanos, de las delicias más
prohibidas e inimaginables y que incluso harían palidecer a los romanos más
depravados de la era de Calígula, y torturados después con los métodos más
salvajes, terribles y fascinantes de la imaginación visceral de la santa
inquisición. Y confinada toda junta, esta escoria salvaje e infrahumana
trabajaba de sol a sol, fuera el día más cruento del invierno o el día más
abrasador del verano, secando lagunas infestadas de mosquitos, sanguijuelas y
malaria.
Hasta que un día, a primeros de diciembre, Saturno y
Venus alineados con la luna aparecieron por el suroeste poco después de ponerse
el sol. El influjo malévolo de estos astros y toda la energía negativa que
acumulaba el entorno y toda la que habían acumulado los condenados a lo largo
de sus malditas vidas aconteció tanto poderosa que estropea los límites de
nuestra dimensión y abrió una rendija al infierno. Los espíritus malignos de los
prisioneros, magnificados por el influjo demoníaco del hades, se convirtieron
en libres del cuerpo mortal y los poseyeron con fruición. Unos a otros
comenzaron a devorarse en una orgía extática de sangre, vísceras, chillidos y
gemidos ahogados. Los que quedaron en pie, al final de la locura, se deslizaron
por entre las lagunas y no se supo mucho más.
Pero cuenta la leyenda que cuando se alinean Saturno,
Venus y la luna, en las lagunas del delta del Ebro se abre esta brecha hacia el
infierno y los marfantos buscan cualquier aliento vital para alimentarse y
esparcir su maldición a lo largo de los siglos.
Las estadísticas del Marfantos para Aquelarre aquí.
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